Cuando David se come a Goliat
Ha dejado de ser una promesa, un sueño, para convertirse en toda una realidad. Con la final de Montecarlo, Nadal suma 42 victorias consecutivas en tierra batida ¡Qué lejos quedan los 46 partidos de Borg! Pero no... no para un genio de la raqueta...no para Rafael Nadal.
23 de Abril de 2006. Domingo, día no muy apacible para la práctica de deporte.
Se acercan las 2:30 de la tarde y todos mis pensamientos se dirigen a Mónaco, más concretamente a Montecarlo.
En esa pequeña ciudad, nuestro mejor tenista español, el campeonísimo Rafael Nadal, se enfrenta al número 1 del mundo, el suizo Roger Federer, en la final del Masters Series.
Los dos jugadores salen a la pista para iniciar el calentamiento previo y en ese mismo momento me invade la tensión, pero, por otro lado, presiento que la victoria está asegurada....la mirada concentrada de Nadal lo delata.
Mi presentimiento era, hasta ese momento, acertado: primera manga para el español por 6-2. En ese instante, una idea se agolpa en la cabeza de todos los aficionados: Federer va a salir a por todas en el segundo set y va a presionar a Rafa como sólo él sabe (por algo es el número 1).
¿Será capaz de resistir el de Manacor?
7-6 a favor del suizo, el miedo asalta a todos y cada uno de los congregados frente a la televisión.
Sin embargo, los que le seguimos desde hace tiempo sabemos que tarde o temprano el español sacará esa fuerza a la que nos tiene acostumbrados y será capaz de hacerse con el partido.
Dicho y hecho.
Tercer set (6-3) “cómodo” para Rafa, dentro de lo que cabe en un partido de tal magnitud como lo es un enfrentamiento entre el número 1 y 2 del mundo.
Momento crucial. 4º set. Ser o no ser. El mallorquín se pone 0-3 tras romper el servicio de Federer por dos veces consecutivas, todo parecía ir a las mil maravillas, pero a la hora de rematar la jugada aparece en escena el temido monstruo, popularmente conocido como “miedo a ganar”.
El número 1 del mundo consigue dar la vuelta a la situación y sus pensamiento se encaminan hacia el 5º set, último y definitivo, con la única idea de poder derrotar por 2ª vez en 5 enfrentamientos al español.
Pero nada más lejos de la realidad. Como si se tratara de una final de Grand Slam, Rafa comenzó a darse ánimos, envalentonado por la afición española desplazada hasta Montecarlo.
Mientras tanto, la desesperación se hacia patente en Roger Federer, impotente frente a tal avalancha de buen tenis, acompañado de una dosis de frescura, en ciertos momentos oculta en el número 1.
Últimos instantes del 4º set. Tie Break. Muerte súbita. 3-0 para Federer. Todo se ponía en contra.
Pero, al contrario de lo que sucedió en la final de Miami de 2005 el español no se hundió. Esta vez contaba con la presencia de la tierra, su gran aliada y Rafa lo sabía muy bien. Sólo tenía que sacar su mejor tenis y demostrar por qué, a día de hoy, no hay quien le haga sombra sobre esta superficie.
El tie break no fue apto para cardiacos. A medida que iban pasando los minutos se veía a un Rafa ganador, seguro de sí mismo, valiente, agresivo, joven, ante todo, joven. Todo lo contrario que Federer, al que, sin duda, debía de pesar la idea de perder otra vez contra el español, la “perla de Manacor”.
Y llegó la victoria....del lado de Rafael Nadal, por supuesto.
Las gradas de Montecarlo se rindieron por segundo año consecutivo al campeón de Roland Garrros, Roma, Dubai...
Se dice que Federer ha contratado los servicios de un entrenador personal para mejorar su rendimiento en tierra. No sabemos si funcionará. Podremos comprobarlo en Roland Garros a partir del 28 de Mayo.
Hasta próximos encuentros entre ambos, un consejo al número 1 del mundo: Roger, ¡contrata a Rafa! :)